viernes, 18 de enero de 2008

DE TENOCHTITLAN AL SIGLO XXI

Crónica de la Ciudad de México
Compiladores: Carmen Sánchez Crespo y César Benítez Torres

En el libro “De Tenochtitlan al siglo XXI”, el cual es una memoria del primer encuentro de cronistas de la ciudad de México, viene detallado cómo es que se ha ido desarrollando nuestra ciudad, “La Ciudad de México”
A modo de introducción hay que mencionar que existen tres modos para acercarse a la ciudad de los antiguos mexicanos:
las excavaciones
los códices
y los cronistas indígenas, españoles y mestizos, así como los poemas de Nezahualcóyotl.
Se puede decir que la confianza que se le tiene a las crónicas se ha ganado a pulso, ya que palabras como “Coyolxauhqui” es una coincidencia común que hay entre los códigos y las historias de cronistas.
Los nombres de Hernando Alvarado Tezozómoc (hijo de Cuitláhuac), Fernando Alvarado Tezozómoc y su “Crónica Mexicáyotl” en 1609, Cristóbal del Castillo, son recordados por sus crónicas realizadas. Al igual que los conquistadores españoles como Hernán Cortés en la “Segunda Carta de Relación” en 1554, Juan de la Cueva “Elogio a México” y Bernardo de Balbuena “Grandeza Mexicana”.
Los códices, los hallazgos arqueológicos y las crónicas concuerdan entre ellas para dar luz al hallazgo de monumentos del antiguo México; para poder tener una imagen tal vez idealizada, tal vez lejana del esplendor de aquella ciudad de México Tenochtitlan la que entre tanto que dure el mundo, no perecerá.

José Luis Martínez describe que en los siglos XVII y XIX se dio un cambio enorme, al grado que no se puede escoger un solo escritor que describa dichos cambios, aún así fueron Alejandro y Guillermo Humboldt quienes con su basta educación describieron este transcurso como la “Ciudad de los palacios”.

Carlos Monsiváis dentro de las Instantáneas de la Ciudad de México comienza la crónica desde la década de los 20´s, pasando por las formaciones sociales, (transformada la ciudad por la segunda guerra mundial): las buenas familias, ricos, burguesía…
Sobre el metro y la diversidad de la sociedad que en este se transportan, desde gente con dinero, hasta los bandidos.

Ciudad de papel, de Gonzalo Celorio, narra el como la ciudad de México es la historia de sus sucesivas destrucciones, ya que en cada etapa de su historia termina y vuelve a nacer su escenario. Partes de los “Anales de Tlatelolco” y la “Crónica Mexicáyotl” son retomadas para la lectura que describe como era la gran Tenochtitlan. También la “Araucana” de Alonso de Ercilla. Pero a opinión del autor, es la “Tercera Carta de Relación” de Hernán Cortés, la que describe como se terminó con dicha ciudad, no solo a modo de conquista, más bien a modo de humillación y sometimiento para con el pueblo que en esta ciudad vivía.

En Poética de la Crónica, Vicente Quirarte recuerda su vida en esta ciudad y los libros que le son dedicados a esta, desde el cómic “Tradiciones y leyendas de la colonia, pasando por “Ojerosa y pintada” de Agustín Yáñez, “Violeta-Perú” de Luis Arturo Ramos, y “Los hombres del alba” de Efraín Huerta.
Dice que la vida de infancia es útil al recordarla y plasmarla en papel, ya que las crónicas nacidas de la realidad son necesarias, para conocer la ciudad de México poniendo como ejemplo: “El diablo en México” de Juan Díaz Covarrubias, “Costumbre mexicanas. Un domingo” entre otras.
El cronista es el termómetro del acontecer ciudadano y su trabajo se adapta a los cambios de la ciudad que tiene la obligación de analizar.
A la poesía se le ha asignado tradicionalmente el honor de celebrar el carácter eterno de la urbe. La crónica nace a pesar suyo. La crónica es a pesar suyo: pero a partir de la revolución modernista, los poetas hacen crónica urbana.
El autor trata de reflejar que la ciudad está llena de nuevas cosas, muchas de estas catastróficas teniendo el recuerdo presente de Guillermo Prieto y sus caminatas urbanas, las cuales eran de cierta manera tranquilas; o simplemente diferentes; plantea la duda entre literatura o género periodístico, hace también mención del surgimiento de la crónica icónica, y que la crónica urbana que es el gran invento del siglo XX en la que se cuentan epifanías en medio del desastre.
La misión de la crónica es guardar la memoria, el desastre y el milagro de una ciudad que en sus cronistas tiene a sus mejores guardianes.

La arqueología y la crónica, según Eduardo Matos Moctezuma, van de la mano, de hecho, el arqueólogo puede tomar el papel de cronista cuando traspasa lo encontrado en un escrito detallado de su descubrimiento.

Xorge del Campo en su escrito Tenochtitlan: ciudad de los designios, recuerda que los cronistas son interpretes de la realidad, ya que estos captan lo que sucede y lo que hay a su alrededor, pero también dejan volar la imaginación hasta hacerla poesía.
Mesa de relatos, acarreos de leyendas, es lo que hace a Tenochtitlan una ciudad que siga viviendo mediante sus crónicas y aunque haya sido derrotada seguirá aunque con distintos dioses que adorar (entrada del catolicismo).
El cronista de la gran Tenochtitlan puede tomar sus crónicas de lo mítico y convertirlo a literatura sin perder la esencia histórica que conllevan sus historias.

Los mazahuas: nuestras andanzas por la gran ciudad de Fausto Guadarrama López es un conjunto de textos que nos invitan a aprender los conocimientos a las culturas indígenas, porque aprendiendo de la diversidad nos fortalecemos.

María del Consuelo Maquívar detalla en Los retablos dorados del centro histórico, que las crónicas religiosas son básicas para entender el adiestramiento de los indígenas para esculpir; entre otras actividades de servicio a los españoles. “Memoriales” de Toribio de Benavente, “Monarquía indiana” de Santiago Tlatelolco, “Teatro mexicano” Vetancurt, “Americana de Thebaida” de Fray Matías Escobar, “México en 1554”de Francisco Fernández Salazar, entre otros, son documentos en los que se puede encontrar el tipo de hombres trabajadores con respecto al tallado y trabajo que se necesitó para realizar los retablos, que hoy en día son símbolos que todavía conservamos, por ejemplo: en Santo Domingo, el de Regina Coeli, La enseñanza y los del Centro Histórico de la ciudad de México.

Empedrado de la ciudad virreinal, de Ana Rita Valero de García Lascuráin, describe que, cuando empieza a crecer la población de la ciudad empiezan a crecer los problemas, enfermedades, y demás pestes. Por eso, el conde de Revillagigedo quiso levantar la situación, comenzando por actividades sencillas, después con la idea del empedrado de la ciudad, pero para realizarlo se cobraría cierto impuesto a lo que no obtuvo óptimos resultados, por lo que el proyecto no llegó a consumarse.

La capital del México Independiente vista por los viajeros de Begoña Arteta Gamerdinger, es el claro reflejo de lo que sucedió cuando gran cantidad de extraños tuvieron oportunidad de conocer nuestra ciudad sobre todo en la época colonial. Algunos de ellos, escribieron sus experiencias y dejaron sus testimonios, los que, de algún modo, crean el imaginario de una nación en el extranjero. Es curioso que varios estatutos de los tipos de personas que existen todavía en esta ciudad fueran nombrados por dichos extranjeros.

Cuando se adentra el autor Sergio González Rodríguez en el tema crónica: la prensa versus la literatura llega a la conclusión de que tanto el periodismo como la literatura se deben esmerar en frecuentar aquello que se fuga de la costumbre y las parálisis y se arriesga a la multiplicidad, al reverso de lo previsible y a la movilidad creativa. También se hace mención de que la crónica actualmente ya se tiene en un concepto mejor al que en un momento anterior se tenía.

Humberto Ríos Navarrete describe la crónica sobre asuntos policíacos, tan verdadera que uno la vive al momento en que la va contando, mostrando así el rostro oculto del Distrito Federal.

Sandro Cohen abre nuevamente la pregunta: La crónica ¿Género periodístico o literario?, a la que encuentra una respuesta: no hay en realidad un tono blanco o un tono negro, ya que a fin de cuentas podemos encontrar alguna tonalidad de gris. Ambos géneros pueden manejar la crónica, pero casi siempre en periodismo se tiene que hacer de una forma rápida, sin derecho a equivocarse: mientras que en la literaria la calma impera.

Posteriormente en instrucciones para hacer una crónica de la Ciudad de México entran dos autores: Emmanuel Carballo y Armando Jiménez.
El primero marca los cambios que han ocurrido en hacer crónica en el siglo XIX y XX, recordando a los cronistas que se han desarrollado a lo largo de ese periodo, salvando a la crónica y colocándola en buenas manos por los cronistas que hoy en día la trabajan. El segundo autor en El Gran Tinacal hace una crónica, en lo personal lo tomo de ejemplo del como se puede elaborar una crónica de nuestra gran ciudad.

Ya en el último cuarto de siglo está la crónica urbana, Emiliano Pérez Cruz abre la pregunta Y para usted ¿que es la crónica?, refleja que a el le gusta escribir crónicas ya que los tipos establecidos de redacción le parecen fingidos, que sólo está el escrito y ya, olvidando incluir el pensar y sentir del escritor. A esto le agrega una de sus crónicas urbanas. Por su parte Edgar Tavares López recuerda el porque ha estudiado las Colonias Roma e Hipódromo: el crecimiento de la Ciudad de México, las cuales defiende porque según sus investigaciones son pieza clave para el desarrollo de esta ciudad, además de contener puntos históricos que se deben rescatar y poner especial atención.

Los cronistas delegacionales: María Bustamante Harfush, Jaime Orozco Barbosa, Horacio Sentíes, Luis Everaert Dubernard y Carlos Zugasti tienen cabida en este encuentro. Por mal que te vaya, siempre volverás a Tacubaya, esta delegación es recordada y defendida por María Bustamante, quien reflexiona acerca de los encuentros de cronistas, pero que a la vez sugiere que la gente debe participar, ya que los habitantes son los únicos que saben lo que en realidad sucedió.
La breve historia de Tlalpan, es presentada por Orozco Barbosa, quien a través de este encuentro la difundió, haciendo hincapié en que está preocupado en la vida de la Ciudad de México.
Lo que en verdad sucedió con respecto a los Orígenes del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe es descrito por Horacio Sentíes y Un acto de gran benevolencia hacia Coyoacán del denigrado monarca Carlos V de Everaert Dubernard incluyen otro panorama a lo que a acontecido en nuestra gran Ciudad.
Zugasti reconoce el talento de los cronistas de la ciudad, pero marca notablemente el desinterés del gobierno, ya que no apoya como se debe a este género. Las riquezas de historias, los buenos cronistas, etc. y la invitación a no perder nuestra historia, en su escrito Crónica, cronistas y la ciudad.

La penúltima parte del libro está dedicada a la nueva crónica que se lleva a cabo en este siglo, con los puntos de vista de los autores: Jorge Legorreta y La nueva crónica: el disfrute de la otra ciudad, Jaime Valverde Arciniega y La crónica es un arma cargada de futuro, Carmen Sánchez Crespo con Nuevo siglo, nueva crónica son incluidos en esta parte, donde queda marcada la aceptación de una nueva crónica: la urbana, a la cual todavía le falta mucho por desarrollarse.

Ya entrando en la crónica urbana los textos Entonces a que vino a la fiesta, Crónica de las arrepentidas, Monsiváis o la soberanía del espectador, Actualidad de la crónica, San Antonio Tomatlán: el día que murió caló y Crónicas de las crónicas de la Malurbe, transmiten el punto de vista de sus autores, estos textos van desde crónicas pequeñas hasta situaciones por las que ha pasado dicho tipo de crónica, su conformación, su aceptación y su futuro. Los autores son: José Francisco Conde Ortega, Ángeles González Torres, Ignacio Trejo Fuentes, Arturo Trejo Villafuerte y César Benítez Torres respectivamente.

Dentro de la crónica taurina las ponencias transmitidas en el libro son las de Marisol Fragosos Sosa, Heriberto Murrieta, Francisco Prieto y Julio Téllez, quienes reconocen que el gancho entre las corridas de toros y la gente son las crónicas taurinas, que trata de ser objetiva al transmitirse tal como sucede al receptor, pero que a fin de cuentas entran las emociones de este. El libro concluye con una crónica taurina de Guillermo Prieto.

No hay comentarios: